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Ilustración: Yerko zlatar

La complejidad de las relaciones familiares

Notas sobre una entrevista de Eduard Punset, abogado, economista y comunicador científico, al psicólogo Jay Belsky, director del 'Institute for the Study of Children' de la Universidad de Londres.

Publicado: 2014-06-17

Hasta hace poco nadie investigaba lo que ocurría en el período del embarazo para comprender el desarrollo futuro de los niños. Se asumía simplemente como una condición misteriosa. Pero resulta que es muy interesante comprender la interconexión madre bebé en el embarazo y el rol de las emociones, el padre y el entorno.

Al tener niños, a la compleja relación hombre-mujer se le debe sumar la relación padre-madre, sobre la que no se dice mucho y ha sido evidentemente subestimada dentro del desarrollo del niño. Según Jay Belsky, en un esquema de madre y padre presentes, es importante establecer los mecanismos en los que esta será una relación cooperativa, nos comenta que funciona muy bien cuando las parejas se complementan en sus decisiones. Por ejemplo, cuando la madre le dice al niño algo como, “Ve a bañarte”, y el padre dice, “Sí, ve a bañarte, hazle caso a tu madre”, solamente está repitiendo la orden y reforzando la autoridad de la madre, lo cual está bien, pero, se sabe ahora que complementar la orden con, por ejemplo: “Sí, hijo, ve, báñate y luego te leo un cuento”, tiene un efecto fantástico que hace que la orden se cumpla más fácilmente y, además, dinamiza la relación padre-madre.

Este ejemplo también nos lleva a comprender que nuestra dinámica con los niños es mejor cuando los premiamos, alabamos y apoyamos sus comportamientos, que cuando nos enfadamos con ellos y los castigamos. Una pareja de padres que funciona como un equipo y forma una unidad que tiene capacidad de emitir mensajes positivos y claros, establece límites y directivas fáciles de seguir para el niño. Esto no quiere decir que se deba recompensarlos todo el tiempo, ni tampoco que se deba negar lo malo que puede haber hecho un niño. Es simplemente cuestión de entender qué funciona mejor, qué beneficia más a todos y qué podemos hacer para comunicarnos con claridad.

Sobre relacionarnos con nuestros hijos como amigos, Belsky opina que los padres no debemos querer tener esa posición ante ellos. Eso no quiere decir que no seamos muy cercanos, confidentes, comprensivos, amorosos y cómplices; pero resulta que los amigos no corrigen, ni tienen el deber de guiar hacia el bien. Además alguien tiene que poner límites, corregir y guiar, y es probable que si uno de los padres se asume como el “padre amigo”, el otro tenga que asumir el rol del corrector que limita. No es beneficioso que los padres tengan roles tan opuestos, pues el trabajo en equipo deja de funcionar y puede generarse una situación en la que el niño tenga mensajes opuestos de ambos padres. Esto se debe evitar pues no solo genera confusión en ellos, sino que debilita la relación de pareja.

Sobre las guarderías y nidos, Belsky ha estudiado muchísimo y sostiene un axioma que se basa en un montón de estudios científicos, pero que causa mucha negativa en las comunidades citadinas. Comenta que en general los métodos de cuidado infantil no materno son ambivalentes. Los niños que no son cuidados por sus madres en sus primeros 3 años de vida, son niños más propensos a mostrar signos de violencia en el futuro, claro que los nidos o guarderías no convierten a nuestros niños en asesinos en serie, ni en malas personas; la gran mayoría de familias del llamado primer mundo tiene a sus niños en nidos y guarderías. Lo que Belsky estudia no es para alarmarnos, simplemente para hacernos conscientes de que sí hay una diferencia entre niños que van a guarderías y niños que son cuidados por sus madres.

En el año 2014 Belsky nos dice lo que se sabía hace más de 30 años, que lo ideal es empezar con la educación fuera de casa recién a los 4 o 5 años. No se debe generalizar, pero los niños que han sido cuidados sus primeros años por su madre (una madre que está protegida, satisfecha y calmada), son adultos más pacíficos y seguros que aquellos que de niños fueron cuidados por cuidadores, nanas o maestras. ¿Quién nos asegura que no se contaminen las mentes de nuestros hijos? ¿A quién le encargas el cuidado emocional integral de tu niño? ¿De dónde sacará los valores que regirán su vida? Son preguntas muy importantes que debemos hacernos; teniendo en cuenta que los niños lo aprenden todo, principalmente, por imitación, es importante entender y saber cuántas horas está con quién.

Por otro lado, se sabe que las experiencias influyen de manera diferente a cada persona. Cuando las malas experiencias no tienen efectos muy evidentes en los niños, se habla de niños resilientes. Se dice que son personas más plásticas, moldeables, con capacidad de autoequilibrarse, de reponerse. Hay quienes creen que esa capacidad de resiliencia depende del embarazo: embarazos estresantes generan una programación neuronal en los niños que hace que sean más complejos e irritables; embarazos pacíficos y armoniosos genera niños más resilientes.

Eduard Punset termina la entrevista comentando que una crianza privada de cariño incide de manera directa en el comportamiento de esta persona en la adultez.

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