Música, cine, paz y amor.

Soy actor, productor y director. Lo que más me gusta hacer es lo que hago actualmente. Me gustaría educar a mis hijos de tal manera que no necesiten de mí cuando crezcan.

Terco, perfeccionista, puntual, directo.

El arte debe ser auténtico y salir de un impulso original y sin condiciones. En mi trabajo he tenido que sacrificar muchas veces arte, por complacer. Es inevitable en un medio donde lo más importante es el entretenimiento. Pero al menos se hacen cosas. Eso es lo importante.

Cercano, cálido, horizontal, directo.

No hay acontecimiento más radical que el nacimiento de un hijo. La vida cambia realmente en todos sus aspectos. La rutina, los sentimientos, los deseos, los miedos. El embarazo fue para mí una linda etapa. Era el momento de estar con mi esposa haciendo cosas juntos todo el tiempo. Cuando nace mi segundo hijo tuvimos que dedicarnos cada uno a uno de ellos. Ahora el más pequeño ha crecido y podemos estar más juntos los cuatro.

Luca es el intelectual, el filósofo. Tiene 5 años y desde el primero ya elaboraba teorías y hablaba. Es muy cauteloso. Valentino es el atlético, el salvaje. Tiene 2 años y se manda con todo. Aunque a veces también se asusta. Los dos tienen un sentido del humor maravilloso. Los admiro mucho.

Seguir vivo. Seguir sano. Seguir sonriente.

Tengo mucho que hacer y todavía que hacer por ellos. Tengo una familia. Ellos participan de mis obras, de mis ensayos. Son un público incondicional y también crítico. Nuestro grupo de amigos es el mismo grupo que el de trabajo. Eso ayuda.

Mis hijos me han enseñado que todo lo que creía saber en la vida en verdad no lo sabía. Parecería que uno nace sabiendo todo lo que realmente vale la pena y que crecer nos hace olvidarlo. Cada día me enseñan algo nuevo.

Les diría a otros padres que no le teman a besar, abrazar, apachurrar, a acurrucarse con sus hijos. Eso no los va a hacer menos hombres. Es lo más bonito del mundo. Y dura poquito.

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